“Todas las pizzas que quieras por 9.95 euros”. Sin duda un eslogan interesante, lo suficientemente atractivo en mi caso como para reservar este domingo pasado en el restaurante italiano Brucculino.
Sito junto a la Plaza de Olavide, en el castizo barrio de Chamberí, Bruccolino es, en apariencia, un restaurante italiano más. Sin embargo, el primer detalle agradable es comprobar que, al menos la camarera que nos atendió, era realmente italiana (o una excelente actriz con gran facilidad para la imitación de acentos).
Fuimos con la oferta de Cucharete, pero algunos de los platos de la carta nos llamaron la atención como para abandonar esta idea inicial y pedir directamente a carta. Como dijo el filósofo, “teníamos hambre y teníamos pasta”.
Los precios también ayudaron a esta decisión, puesto que Brucculino no es, ni muchísimo menos, un restaurante caro. Valga como apunte que un entrante, dos segundos, un postre y un par de bebidas sumaron una factura de 36 euros para ambos comensales.
En cuanto al primero, del que olvidé hacer una foto, puedo decir que estaba mejor de lo que esperaba. Pimientos rellenos de atún, ponía la carta. Nunca me había animado a pedir nada parecido y, aunque temeroso, decidí darle una oportunida. Una ración generosa con dos grandes pimientos llegó a la mesa en apenas 2 minutos, lo que me sugiere que ya estaba preparado previamente (algo que no estoy seguro que sea bueno, por otra parte).
De los segundos sí puedo ofreceros alguna foto, a medio comer eso sí, desventajas de haberme acordado cuando ya habíamos empezado a degustarlo. Bajo estas líneas podéis ver la pizza Bruce Bruciano, una pizza clásica con pepperoni, pero muy agradable de sabor. Me sorprendió aun cuando la pizza de pepperoni es mi favorita y la he comido en muchos otros lugares.
No menos agradable fue el plato de pasta “Di Vito”, compuesto de salsa de tomate ligeramente picante, bacon, cebolla y queso. La pasta estaba al dente, como no podía ser de otro modo y la salsa que la acompañaba muy buena.
El postre, un humilde helado de chocolate y vanilla, cuyo único objetivo era dejarnos un regusto dulce en la boca y echarnos una mano con la digestión posterior.
Lo dicho, Bruccolino es un restaurante con una muy buena relación calidad/precio. No tiene la carta más extensa e innovadora que uno podría esperar, pero cumple sobradamente su objetivo y te deja a un paso de las terrazas de la Plaza de Olavide (en las que no os recomiendo sentaros una tarde de domingo tan calurosa como la de ayer, por muy insistente que se ponga vuestra acompañante femenina).
[UPDATE]: Os dejo el enlace a la oferta, aunque ya la mandé previamente a la lista de correo.
1 comentario:
Te falta polla para decir eso de teníamos hambre y dinero como el crack del Kabuki, ese sí que es un filósofo auténtico!
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